Amor a conciencia


Amor a conciencia

Por Pablo Koss
Estudiante de Medicina, 20 años

 

Con amor para mi amigo Yuri Olyunidislov.

Cuantas emociones, sentimientos y recuerdos de todo tipo, forma y color llegan a nuestra mente al pensar en amor. No hay cosa alguna en este mundo que no sea atravesada y trascendida por él, por su presencia o ausencia, o por la interpretación y percepción tan vasta que cada ser humano puede tener del amor, existe por ejemplo: el cálido amor de abuela o madre, el corrupto amor al dinero, el amor fraternal entre iguales desiguales y el paternal entre desiguales iguales, a los animales y a las mascotas, a la aventura y a la comodidad, está el “por amor al arte” y “por amor al juego”, el amor a los ideales y a las creencias, y así con una infinita lista, porque el amor nos define y nos redefine a medida que transitamos la vida, nos acompaña, nos orienta y nos desorienta.

Entonces ¿qué es el amor si no es eso que nos mueve? Porque más allá de un sistema límbico, oxitocina, serotonina y dopamina como una base biológica, el amor es tan amplio e imposible de reducir o abarcar que cualquier visión parcial nos llevaría a una idea errada de él. Por eso todas esas reacciones fisiológicas toman una trascendencia mayor en el vínculo entre seres humanos y con uno mismo, volviéndonos más sensibles ante la humanidad, con amor, el otro es la persona más hermosa del universo, esa comida que no salió como la ostentosa foto de la receta es un plato digno de un restaurant de lujo, un abrazo de esa persona que amamos, o el darnos un tiempo para disfrutar de un atardecer, nos transforman y nos marcan un camino hacia la felicidad para luego poder compartir nuestra construcción y desparramar aunque sea un poco de amor en las sonrisas de los demás. Sin embargo, un desamor trae consigo la peor de las desgracias, algo como abrir las puertas del inframundo -bueno, quizá exagere un poco- pero nos llena de una tristeza negativa muy particular que vuelve gris todo lo que se nos acerque, las defensas disminuyen y afloran incontables enfermedades, y todo por esa cosita loca llamada amor. Porque el amor carga de sentido nuestras relaciones y lo saca del plano netamente utilitario para convertirlo en un acto humano en todo su esplendor y ya sea que traiga tristeza o alegría nos va moldeando como personas sin que lo notemos.

Con todo eso, el amor al ser tan natural para todos, muchas veces pasa desapercibido como si fuese un componente más del paisaje y raras veces nos preguntamos sobre él de forma crítica como la gran herramienta de construcción/destrucción masiva que es y cómo influye cada aspecto de lo que somos y hacemos, preguntarnos por ejemplo si nuestro amor es: tímido, pacífico, violento, obsesivo, paciente, padeciente, o quizá simplemente tomarse un tiempo para mirar atrás y ver el camino recorrido en y por el amor, para luego ver hacia dónde vamos o si queremos continuar de la misma manera, pues si como dije antes el amor es eso que nos mueve, es prudente revisarlo de a ratos, tanto en las horas donde todo se marchita como cuando la vida nos sonríe, cuestionarse y replantearse siempre si nos mueve el amor y de qué manera.